Los antecedentes de la educación especial en México se remontan a la segunda mitad del siglo XIX cuando se crearon escuelas para sordos y ciegos. En 1915 se fundó en Guanajuato la primera escuela para atender a niños con deficiencia mental y posteriormente se diversificó la atención a niños y jóvenes con diferentes discapacidades, sobre todo por medio de instituciones como la Universidad Nacional Autónoma de México, la Escuela de Orientación para Varones y Niñas, y la Oficina de Coordinación de Educación Especial.
A fines de
1970, por decreto presidencial, se creó la Dirección General de Educación
Especial con la finalidad de organizar, dirigir, desarrollar, administrar y
vigilar el sistema federal de educación especial y la formación de maestros
especialistas. A partir de entonces, el servicio de educación especial prestó
atención a personas con deficiencia mental, trastornos de audición y lenguaje,
impedimentos motores y trastornos visuales.
Durante la
década de los ochenta, los servicios de educación especial se clasificaban en
dos modalidades: indispensables y complementarios. Los servicios de carácter
indispensable -Centros de Intervención Temprana, las Escuelas de Educación
Especial (En estas escuelas se daba atención a niños en edad de cursar la
educación preescolar y primaria en cuatro áreas: deficiencia mental, trastornos
neuromotores, audición y visión) y los Centros de Capacitación de Educación
Especial- funcionaban en espacios específicos separados de la educación regular
y estaban dirigidos a los niños, las niñas y los jóvenes con discapacidad. En
esta modalidad también estaban comprendidos los grupos integrados B para niños
con deficiencia mental leve y los grupos integrados para hipoacúsicos, que
funcionaban en las escuelas primarias regulares.
Los servicios
complementarios -Centros Psicopedagógicos, los Grupos Integrados A- prestaban
apoyo a alumnas y alumnos inscritos en la educación básica general con
dificultades de aprendizaje o en el aprovechamiento escolar, lenguaje y
conducta; esta modalidad también incluía las Unidades de Atención a Niños con
Capacidades y Aptitudes Sobresalientes (CAS).
Existían,
además, otros centros que prestaban servicios de evaluación y canalización de
los niños, como los Centros de Orientación, Evaluación y Canalización (COEC). A
fines de la década de los ochenta y principios de los años noventa surgieron
los Centros de Orientación para la Integración Educativa (COIE). Los Centros de
Atención Psicopedagógica de Educación Preescolar (CAPEP), que dependían de la
Dirección General de Educación Preescolar, también estaban organizados en
servicios indispensables y complementarios.
A partir de
1993 -como consecuencia de la suscripción del Acuerdo Nacional para la
Modernización de la Educación Básica, la reforma al artículo 3o constitucional
y la promulgación de la Ley General de Educación- se impulsó un importante
proceso de reorientación y reorganización de los servicios de educación
especial, que consistió en cambiar las concepciones respecto a la función de
los servicios de educación especial, promover la integración educativa y
reestructurar los servicios existentes hasta ese momento.
Los propósitos
de reorientar los servicios de educación especial fueron, en primer lugar,
combatir la discriminación, la segregación y la “etiquetación” que implicaba
atender a las niñas y los niños con discapacidad en dichos servicios, separados
del resto de la población infantil y de la educación básica general. En esos
servicios, la atención especializada era principalmente de carácter
clínico-terapéutico, pero atendía con deficiencia otras áreas del desarrollo;
en segundo lugar, dada la escasa cobertura lograda, se buscó acercar los
servicios a los niños de educación básica que los requerían. Promover el cambio
en la orientación de los servicios de educación especial tiene antecedentes
desde la década de los ochenta, pero cobró particular impulso con la
promulgación de la Ley General de Educación en 1993.
La
reorientación tuvo como punto de partida el reconocimiento del derecho de las
personas a la integración social y del derecho de todos a una educación de
calidad que propicie el máximo desarrollo posible de las potencialidades
propias. Este hecho impulsó la transformación de las concepciones acerca de la
función de los servicios de educación especial y la adopción del concepto de
necesidades educativas especiales.
Esta transformación se realizó del modo
siguiente:
a) Transformación
de los servicios escolarizados de educación especial en Centros de Atención
Múltiple (CAM), definidos en los siguientes términos: “institución educativa
que ofrece educación básica para alumnos que presenten necesidades educativas
especiales, con o sin discapacidad”. Los CAM ofrecerían los distintos niveles
de la educación básica utilizando, con las adaptaciones pertinentes, los planes
y programas de estudio generales. Asimismo, se organizaron grupos/grado en
función de la edad de los alumnos, lo cual llevó a alumnos con distintas
discapacidades a un mismo grupo.
b)
Establecimiento de las Unidades de Servicios de Apoyo a la Educación
Regular (USAER) con el propósito de promover la integración de las niñas y
niños con necesidades educativas especiales a las aulas y escuelas de educación
inicial y básica regular. Estas unidades se formaron principalmente con el
personal que atendía los servicios complementarios; igualmente, se promovió la
conversión de los Centros de Atención Psicopedagógica de Educación Preescolar
(CAPEP) en servicios de apoyo para los jardines de niños.
c) Creación de
las Unidades de Orientación al Público (UOP), para brindar información y
orientación a padres de familia y maestros.
La
reorientación de los servicios de educación especial se impulsó al mismo tiempo
que la reestructuración de la Secretaría de Educación Pública derivada de la
federalización de todos los servicios, medida establecida en el Acuerdo
Nacional para la Modernización de la Educación Básica. Con la reestructuración,
el ámbito de acción de la entonces Dirección General de Educación Especial se
redujo al Distrito Federal.
La carencia de
una instancia nacional para coordinar el proceso generó incertidumbre y
confusión en las instancias estatales y entre el personal que atendía los
servicios; este hecho, y la profundidad del cambio que promovía, provocó que su
implantación fuera muy diferenciada y no siempre favorable a la atención de los
niños con necesidades educativas especiales derivadas de alguna discapacidad.
Derivado de un
proceso de diagnóstico de la situación de los servicios de educación especial y
del proceso de integración educativa en el país, en el año 2002 se presentó el
Programa Nacional de Fortalecimiento de la Educación Especial y de la
Integración Educativa. Este Programa se elaboró conjuntamente entre la
Secretaría de Educación Pública y la Oficina de Representación para la
Promoción e Integración Social para Personas con Discapacidad de la Presidencia
de la República, con la participación de las entidades federativas y
representantes de distintas organizaciones de la sociedad civil. Su objetivo es
garantizar una atención educativa de calidad a los niños, las niñas y los
jóvenes con necesidades educativas especiales, otorgando prioridad a los que
presentan alguna discapacidad.
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